La felicidad al alcance de la mano
Por Roberto Pérez Betancourt (AIN)
Multitud de náufragos solitarios, desde atalayas construidas en sus propias mentes, intentan descubrir el rumbo hacia la felicidad, quizá el mayor anhelo de la humanidad, comento a una amiga cercana, y ella, sin pretender sentar cátedra, me escribe desde su
humilde sapiencia:
"La felicidad no es una estación a donde se llega, sino un modo de viajar. De cada cual depende cuán ligero será el equipaje y la ruta del recorrido."
He ahí una definición que invita a reflexionar "sin que duelan las neuronas".
Para el doctor David Niven, autor de un enjundioso tratado sobre la Felicidad, alcanzar ese estadío humano podría ser más fácil de lo que se imagina. Él afirma que acciones tan sencillas como sonreír, creer en uno mismo, tener propósitos y metas, ejercitarse física y mentalmente, y hasta comer fruta pueden marcar gran diferencia en la calidad individual de vida.
Luego, buena calidad de vida sería algo cercano a la felicidad.
Consecuentemente, para disfrutar de felicidad no habría que esperar a que acontezca algún suceso extraordinario en la vida personal; es menester disponerse a ser feliz
desde el instante mismo en que uno se plantee la necesidad serlo y trace un plan.
¿Qué se requiere? El consenso entre psicólogos es categórico en limitar las horas frente al receptor de televisión, ese aparato moderno que distrae, pero también abruma, impidiéndole interactuar con su entorno vivo; conversar, leer, salir al exterior, disfrutar del sol, del mar y del contacto directo con otras personas.
Otro paso adelante en el sendero que transitamos con felicidad es mirarse al espejo y aceptarse tal y como uno es, física y emocionalmente.
No quiere decir que no se practique la autocrítica constructiva consigo mismo para tratar de corregir defectos visibles, sino que uno debe tener expectativas reales.
Alerto: No es una recomendación a la mediocridad, sino a la sinceridad consigo mismo y, sobre todo, a la racionalidad de las metas. Estas pueden irse elevando progresivamente,
como hacen los saltadores de altura después de un período de entrenamiento, sin pretender romper el récord olímpico de la noche a la mañana.
¿Secretos? No hay tales, pero sí recomendaciones válidas: cultivar amistades, revivir relaciones del pasado, aprovechar cada oportunidad para conocer a más gente. La soledad es enemiga de la felicidad, aunque algunos "faquires" aseguren lo contrario.
Seguramente usted sabe el dinero de que dispone? ¿Pero realmente conoce cuántos amigos posee?
Otra cuestión: no existe edad límite. Los jóvenes pueden ser felices por razones diferentes a las que expresan los mayores, y estos tienen vivencias acumuladas (capacidades) que les permiten disfrutar más a fondo situaciones que a los de menos edad pueden parecerles triviales o sin atractivo.
Por consiguiente, otro paso adelante junto con la felicidad es entrenar la flexibilidad y la tolerancia, aceptando diferencias y gustos de cada cual, aunque necesariamente no los compartamos.
Esas prácticas también permiten un mayor acercamiento a la diversidad temperamental en el seno de la familia, y se traduce en formular menos críticas sobre temas que,
cuando los analizamos, nos damos cuenta de que en realidad "no tienen la menor importancia".
Y sobre todo, hay que reír, porque la humana condición del humor es antídoto eficaz contra todo estrés malsano.
9 comentarios
Walter -
C amilo -
Amigo2 -
Camilo. -
El viejo sucio y sinverguenza sigue hablnado de ética.
Amigo -
follonero -
Camilo -
Amiga -
al hakim -