¿Hay sirenas en Cuba?

La primera referencia que se conoce acerca de la existencia de sirenas en aguas del mar Caribe nos la ofrece Cristóbal Colón. Al navegar en enero de 1494 por la costa norte de la vecina isla de Santo Domingo, reflejó en su diario lo que creyó ver entonces: tres sirenas que salieron bien alto de la mar.
Para algunos su existencia en esta zona del Nuevo Mundo se halla vinculada a la fértil imaginación de marineros ante la vista de un manatí o dugón. Estos son especies de mamíferos acuáticos de la orden de los sirenios en las cuales la hembra posee ciertas características anatómicas que las asemejan a las mujeres. De ahí su nombre aborigen alusivo a las mamas femeninas.
El viejo mito de las sirenas ha sido reflejado en todas las artes y ha recorrido gran parte de la narrativa mundial con idéntico espíritu, pero bajo los nombres de white lady, lady of the lake y otros. En el folclore cubano ha reaparecido bajo la forma de sirenas con aspecto tropical.
Mujeres marinas juguetonas y alegres se muestran adormeciendo y entreteniendo a los pescadores con sus cadenciosos cantares. En el texto Tradiciones y leyendas de Cienfuegos, sus autores Adrián del Valle y Pedro Modesto Hernández, cuentan la historia de seis indias náufragas que perecieron al zozobrar la piragua donde eran trasladadas por los colonizadores españoles. A partir de entonces emergen en forma de sirenas sobre las encrespadas olas del mar de Jagua para consternación de los marinos que transitan por allí.
Las aguas de Caibarién también tienen su propia historia. En las noches de luna suele asomar en medio del canal de los barcos -según se narra- una hermosa figura mitad mujer y mitad pez. Posee los ojos de una gacela y su cuerpo es elegante, bello y bien modelado.
Pero en los relatos de las sirenas cubanas no podía faltar la sirena negra cuya aparición se ha descrito en la costa sur del oriente de la Isla.
Se trata de una mujer negra con un pequeño niño en brazos, que se esconde en las profundidades del mar cuando algún marino se le acerca.
En Biografía de un cimarrón, Miguel Barnet recoge la siguiente referencia de boca del mitómano Esteban Montejo: "...Las sirenas negras eran otra visión. Salían del mar. Sobre todo los días de San Juan. Ellas eran muy zalameras..."
En esta mitología está presente la fantasía artística preñada de imaginación popular, de anhelos y de sueños. La fuerza creativa de los más variados relatos sobre las sirenas cubanas expresan cómo los mitos originales han ido adaptándose en conjunción híbrida a las nuevas realidades americanas.
Ellos aportan, mediante la fantasía desbordada del Caribe, una imagen no menos delicada y expresiva que la griega. Y no faltan quienes introduzcan la palabra sirena en un piropo para expresar ciertas cualidades de una mujer hermosa e inalcanzable, aunque transite por nuestras calles en lugar de estar sentada sobre una roca peinando sus largos cabellos rubios.
Fuente: Mitología cubana. Samuel Feijóo. Editorial Letras Cubanas, 1986
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