HERENCIA NEFASTA
Por Néstor Núñez
Diez administraciones norteamericanas se han entregado de forma
consecutiva a la innoble tarea de intentar destruir a la Revolución
Cubana mediante toda suerte de acciones agresivas.
Unas promovieron al aliento y financiamiento de grupos internos
dedicados a sabotajes terroristas y acciones desestabilizadoras. Otros
fomentaron bandas armadas en las regiones montañosas que asesinaron a
campesinos, maestros y combatientes revolucionarios, y la emprendieron
contra entidades de producción y escuelas.
En 1961 se produjo la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos,
organizada directamente por la Casa Blanca y sus organismos armados y
de inteligencia.
Se llegó incluso a poner al mundo al borde de una guerra nuclear en
octubre de 1962, y más tarde se fraguaron nuevos ataques y actos
agresivos planeados por la CIA y con el uso de terroristas
especialmente entrenados para esas lides. Para ello la Agencia
estableció en Miami una de sus bases operacionales más grandes en su
tenebrosa historia.
Con los años esa agresividad ha persistido, al igual que las
intenciones de atacar militarmente a Cuba si las circunstancias lo
permitiesen.
Por añadidura, detrás de toda esta actividad subversiva ha sido
también común para las administraciones estadounidenses, durante casi
cinco décadas, la persistencia del bloqueo económico a la Isla, cuya
única pretensión consiste en rendir a los cubanos por hambre,
enfermedades y carencias de todo tipo.
Del corte absoluto de suministros a Cuba y el cese de las
exportaciones de la Isla al que fuera su mercado por excelencia, el
bloqueo evolucionó hasta perseguir el comercio de terceros con La
Habana, incluidas las subsidiarias estadounidenses en todas las
naciones del orbe.
Engendros de claro contenido extraterritorial como las leyes
Helms-Burton (1996) y Torricelli (1992), se encargaron de perfeccionar
tan macabra práctica que ha llegado a prohibir incluso la entrada en
nuestro país de medicamentos vitales para niños y otros pacientes en
riesgo de muerte.
Pero sin dudas, ha sido con el gobierno del ultraconservador George
W, Bush que el bloqueo ha llegado a extremos inusitados a sumar, como
vergonzosa adición, todo un plan intervencionista que remodela "la Cuba
del futuro" según las apetencias del imperio y las organizaciones
terroristas de la Florida.
Después de 47 años, y por conducto de un equipo de insanos
aposentados en la Casa Blanca, el cerco a Cuba persiste como una espada
de Damocles, aunque con no pocas melladuras.
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