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Del placer a la agresión auditiva

Del placer a la agresión auditiva Por Jesús Barreto Toral (Colaborador de la AIN)


En sintonía con los partidarios de que la música puede amansar
fieras, un reciente estudio científico encontró que escuchar melodías
suele aliviar el dolor crónico.

Especialistas de la clínica Cleveland y de la Universidad Western
Reserve, en Estados Unidos, al aplicar las pruebas observaron que las
personas que oyeron música durante una hora al día experimentaron una
reducción de un 20 por ciento del dolor físico crónico, y apreciaron
también resultados favorables en los casos de depresión.

Pero no siempre su impacto es relajante, también puede ser
perjudicial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi el
80 por ciento de los habitantes de las urbes está sometido a niveles
sonoros superiores a los recomendables.

Tales agresiones auditivas más o menos prolongadas, implican
consecuencias dañinas tanto a la mente como al cuerpo, en especial la
salud del oído.

Se ha comprobado que los niños sometidos a ruidos fuertes y
constantes tienen problemas en el aprendizaje y registran niveles más
altos de presión arterial, padecimiento que continúa en la madurez.

Los estudios científicos alertan que un ruido constante superior a
los 55 decibeles (dbs) produce modificaciones en el sistema hormonal e
inmunitario, que conducen a problemas vasculares y nerviosos, como el
aumento del ritmo cardíaco, empeoramiento de la circulación periférica,
alza de la glucosa, el colesterol y los niveles de lípidos.

Si se trata de una exposición mantenida por encima de los 45 dbs
repercute en el sueño y, en consecuencia, se producirá en la persona
cansancio y disminución de las defensas.

Otros daños se localizan en la falta de concentración, depresión y
menor rendimiento en el trabajo.

Los médicos fijan el límite máximo de tolerancia en 65 dbs, superior
a 85 dbs produce fatiga auditiva y desde 120 en adelante podría dañar
gravemente el oído interno.

Agresiones de esta naturaleza son susceptibles a prevenirse, al
mantener un adecuado volumen en los auriculares de radios, grabadoras y
ahora los MP3.

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