El genial Capablanca
Por Lemay Padrón Oliveros (PL)
El 19 de noviembre de 1888 nació en La Habana José Raúl Capablanca, impulsor de la escuela científica y campeón mundial de ajedrez en la primera mitad del siglo XX, y considerado el mejor ajedrecista cubano de todos los tiempos.Capablanca se ubica entre los pocos creadores de estilos imperecederos en este peculiar deporte, y no por gusto es considerado el Mozart del ajedrez.
Desde muy niño, este hijo ilustre de la capital cubana demostró sus extraordinarias dotes como jugador, cuando con sólo cuatro años de edad dio una señal de alerta a los trebejistas de la época.
Cuentan que al presenciar una partida de su padre, éste realizó un movimiento en falso con el caballo que puso en evidencia la pérdida del duelo, lo cual motivó al pequeño a comentar a su progenitor: "Tú no puedes hacer eso".
Todos los allí reunidos quedaron asombrados con la exactitud de aquel muchachito en sus análisis. A los pocos días enfrentó a su padre y a algunos amigos de éste, quienes se vieron obligados a inclinar su rey.
A los 12 años se convierte en titular de Cuba y a los 21 se consagró como maestro de categoría internacional, al vencer sorprendentemente en un match al Gran Maestro estadounidense Frank J. Marshall, en 1909.
Capablanca superó a Marshall ocho veces, entabló 14 partidas y sólo cayó en una. Había sido enviado a Estados Unidos para estudiar ingeniería, pero pasaba más tiempo en el Club de Ajedrez de Manhattan, en Nueva York.
En 1911, a instancias de Marshall, es invitado de última hora al Torneo de San Sebastián. Los Grandes Maestros Aaron Nimzovitsch y Ossip Bernstein se opusieron, alegando que el evento bajaría demasiado el nivel.
Capablanca les respondió con una sonada victoria en el match personal y el primer puesto general, con seis victorias, siete empates y una derrota, sufrida ante Akiba Rubinstein.
Ese año retó a Emanuel Lasker, pero éste le impuso 17 condiciones, algunas de ellas tan draconianas como que si tras 30 cotejos el antillano llevaba ventaja "solo" de tres éxitos, se decretaría un empate y retendría la corona.
El cubano no aceptó. Se enfrentaron por primera vez en 1914, en San Petersburgo, y Capablanca perdió esa partida y el liderato del torneo, que fue a manos de su enconado rival por medio punto de ventaja, 13.5 a 13.
Desde ese día, el cubano perdió una sola partida en los venideros 10 años, y entonces el mundo del ajedrez llegó a pensar que era invencible.
Pero el momento culminante en la carrera de Capablanca se produjo en 1921, al derrotar en el match por el título mundial al alemán Lasker, en la capital cubana.
En esta crucial batalla -pactada a 24 partidas- el criollo se agenció la corona.
Realmente Lasker había renunciado al trono, pero la Federación Mundial lo obligó a celebrar un match, aunque se retiró tras 14 partidas, en las que había acumulado cuatro derrotas y 10 empates.
El cubano se mantuvo brillando hasta 1927, cuando cedió ante el ruso-francés Alexander Alekhine, en un duelo de 34 desafíos en 73 días, hasta que el europeo triunfó seis victorias a tres.
De ahí en adelante, Alekhine rehusó por todas las vías posibles darle la revancha al cubano, quien también tuvo una actuación destacadísima al frente del equipo cubano que participó en la Olimpiada Mundial de Ajedrez.
Durante su vida deportiva tomó parte en 29 torneos de gran nivel, en los que se impuso en 15, y en otros nueve quedó segundo.
Jugó más de 500 desafíos entre topes, torneos y competencias por equipos, en los cuales se llevó balance de 318 victorias, 249 empates y 36 derrotas.
Víctima de una fulminante hemorragia cerebral, dejó de existir el 8 de marzo de 1942 este grande del ajedrez, quien fuera sobresaliente en todas las facetas del juego, tanto ofensivas como defensivas.
Se calcula que su ELO (entonces no se medía) estuvo alrededor de los dos mil 725 puntos.
Sirvan para concluir otras dos apreciaciones de dos de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos: "Capablanca fue posiblemente el mejor ajedrecista de toda la historia" (Bobby Fischer).
"El ideal en ajedrez sólo puede ser una imagen colectiva, pero en mi opinión es Capablanca quien se acerca más a esa imagen. Invariablemente siempre escogía la mejor opción, sin importar cuán enrevesada estuviera la posición". (Garry Kasparov).
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