ANIVERSARIO PARA MEDITAR
Por Néstor Núñez (AIN)
Desde el punto de vista del tiempo histórico, 49 años suelen ser un
lapso más bien menor. Pero si ese tiempo marcó vidas, ha estado cargado
de esfuerzos y constituye un hito de resistencia a los embates de las
fuerzas más poderosas del orbe, entonces la percepción necesariamente
es diferente.
Y el devenir de la Revolución cubana desde el triunfo de la rebelión
armada ocurrido en las primeras horas de enero de 1959, se enmarca
precisamente en esos derroteros que dejan profundas huellas.
Nadie puede negar que en todos estos decenios la Isla vivió
profundas transformaciones internas, alejándola totalmente del papel de
neocolonia con pies de barro que le fue reservado por Washington.
Nadie puede esconder que la cultura, la ciencia, el deporte y la
salud, entre otros elementos trascendentes para una nación y un pueblo,
han llegado a niveles que superan las expectativas de quienes dieron
los iniciales pasos combativos en esta última etapa de lucha por la
real independencia.
Nadie puede ocultar el decidido apoyo de Cuba a las causas más
justas de la humanidad, y su verticalidad imbatible a la hora de
enfrentar el chantaje, las maquinaciones imperialistas y su genocida
bloqueo económico.
"Para nosotros, puntualizó recientemente el primer vicepresidente
Raúl Castro, no ha sido fácil sostener la Revolución Socialista a 90
millas de un enemigo feroz".
De manera que no han sido años trascurridos sin penas ni glorias,
todo lo contrario, y ello impone no pocos deberes a los ya asumidos por
los cubanos.
El primero de ellos es hacer todo lo posible por que el país no
retroceda, no pierda sus invaluables prerrogativas, no claudique en la
defensa de su soberanía, pues de lo contrario todo lo demás estaría
perdido.
Por otra parte, una condicionante ineludible que se relaciona
íntimamente a esta batalla por persistir, incita a escrutar
constantemente el quehacer nacional para que el debate revolucionario
por la perfección de nuestro modelo socialista resulte un ente siempre
vivo, activo y creador.
Como subrayó quien ha sido guía y forjador en todos estos años de
historia, el Comandante en Jefe Fidel Castro, "cambiar todo lo que deba
ser cambiado" en aras del avance de la Patria, debe ser práctica
permanente, solo posible en un clima verdaderamente revolucionario,
donde la participación del pueblo salta la retórica para convertirse en
tangible realidad.
Todo ello hace que la mayoría de los cubanos, cuando en fecha tan
especial se les pregunta por el camino a seguir, tienen una rápida,
segura y muy bien meditada respuesta: resistir, persistir, avanzar y
transformar.
Desde el punto de vista del tiempo histórico, 49 años suelen ser un
lapso más bien menor. Pero si ese tiempo marcó vidas, ha estado cargado
de esfuerzos y constituye un hito de resistencia a los embates de las
fuerzas más poderosas del orbe, entonces la percepción necesariamente
es diferente.
Y el devenir de la Revolución cubana desde el triunfo de la rebelión
armada ocurrido en las primeras horas de enero de 1959, se enmarca
precisamente en esos derroteros que dejan profundas huellas.
Nadie puede negar que en todos estos decenios la Isla vivió
profundas transformaciones internas, alejándola totalmente del papel de
neocolonia con pies de barro que le fue reservado por Washington.
Nadie puede esconder que la cultura, la ciencia, el deporte y la
salud, entre otros elementos trascendentes para una nación y un pueblo,
han llegado a niveles que superan las expectativas de quienes dieron
los iniciales pasos combativos en esta última etapa de lucha por la
real independencia.
Nadie puede ocultar el decidido apoyo de Cuba a las causas más
justas de la humanidad, y su verticalidad imbatible a la hora de
enfrentar el chantaje, las maquinaciones imperialistas y su genocida
bloqueo económico.
"Para nosotros, puntualizó recientemente el primer vicepresidente
Raúl Castro, no ha sido fácil sostener la Revolución Socialista a 90
millas de un enemigo feroz".
De manera que no han sido años trascurridos sin penas ni glorias,
todo lo contrario, y ello impone no pocos deberes a los ya asumidos por
los cubanos.
El primero de ellos es hacer todo lo posible por que el país no
retroceda, no pierda sus invaluables prerrogativas, no claudique en la
defensa de su soberanía, pues de lo contrario todo lo demás estaría
perdido.
Por otra parte, una condicionante ineludible que se relaciona
íntimamente a esta batalla por persistir, incita a escrutar
constantemente el quehacer nacional para que el debate revolucionario
por la perfección de nuestro modelo socialista resulte un ente siempre
vivo, activo y creador.
Como subrayó quien ha sido guía y forjador en todos estos años de
historia, el Comandante en Jefe Fidel Castro, "cambiar todo lo que deba
ser cambiado" en aras del avance de la Patria, debe ser práctica
permanente, solo posible en un clima verdaderamente revolucionario,
donde la participación del pueblo salta la retórica para convertirse en
tangible realidad.
Todo ello hace que la mayoría de los cubanos, cuando en fecha tan
especial se les pregunta por el camino a seguir, tienen una rápida,
segura y muy bien meditada respuesta: resistir, persistir, avanzar y
transformar.
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