Camilo
Camilo se adentró en mi sangre desde que era una niña, siempre me acompaña en mis sueños y realidades, por eso no le faltarán mis flores este domingo.
Camilo, el viento y el mar
Desde que el yanqui sangriento
amenazó a mi palmar,
no se ha remansado el mar
ni se ha recogido el viento.
Ambos con el mismo acento
rugen las voces de ¡Alerta!
Las olas dicen ¡despierta!
en una arenga espumante
y el viento es un comandante
tocando de puerta en puerta.
Los dos –guardianes de acero
de la ceiba y el corojo
-dicen a quien rinde un ojo:
-no te duermas compañero.
El mar en cada cantero
sembrado tiene a Martí
y el viento –alado mambí
con banderas y campanas
-gritando: ¿Quién duerme aquí?
El viento, el mar, todo suena
con estrépito y coraje.
No quieren viento y oleaje
que sorprendan a la arena.
Este desvelo que truena,
este viento que me llama
y este mar que me reclama
para que no muera inerme,
es Camilo que no duerme,
que va y viene, ruge y brama.
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