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Un mismo destino para nuestros hambreados pueblos

Un mismo destino para nuestros hambreados pueblos

Astrid Barnet (Servicio Especial de la AIN)

En un reciente estudio efectuado por científicos norteamericanos de la firma consultora Garten Rothkopf titulado Un Modelo de Energía Limpia en el Continente Americano, se hace un análisis del sector de los biocombustibles hasta el 2020.

 
El informe destaca que Argentina, Colombia y Perú están al frente en el continente en su iniciativa por implantar y fomentar la infraestructura necesaria para la industria de los biocombustibles, "necesitada de inversiones por parte del sector privado"; Chile recién empieza, "pero tiene condiciones para avanzar y, Venezuela, no ha mostrado interés en avanzar en este tema".


Plantea asimismo que Guatemala, El Salvador y Costa Rica son los países más preparados para recibir inversiones y expandir tal industria, mientras que Honduras, Panamá y Nicaragua poseen un gran potencial.


Algunos expertos opinan que el uso de combustibles naturales de origen vegetal y sus derivados sería "una solución temporal contra la contaminación ambiental", en tanto otros vaticinan que la población mundial va en aumento y, por consiguiente, el mercado automotor está obligado a elevar su producción.


Asimismo, las ambiciones del sector biotecnológico van mucho más allá de utilizar cultivos convencionales, .están también encaminadas a desarrollar la próxima generación de agrocombustibles, los llamados derivados de la celulosa.


Se trata de otro producto para continuar el "gran avance tecnológico"-como lo calificara el presidente Bush-, partiendo de una idea cautelosa y siniestra de convertir los alimentos en combustibles como línea económica de la política exterior de Estados Unidos y de la culta Europa.


De esa manera se pretende a toda costa de solventar las preocupaciones en torno a los efectos que podrían tener los biocombustibles sobre la salud humana y, a la vez, lograr votos en los foros internacionales donde se debaten temas como el calentamiento global.

 
No cabe la menor duda que aunque se cultive el 70 por ciento de la superficie terrestre de maíz, soya, caña de azúcar (y de los productos por venir), jamás podrán abastecerse ni un cinco por ciento de los consumidores de combustibles de las naciones ricas. 

 
En suma, muchas son las disyuntivas relacionadas con este dilema-ya transformado en un gran negocio transnacional-- y su influencia en el medio ambiente. Un problema cuya solución inmediata estaría en empezar a cambiar hábitos y costumbres de vida de las poblaciones consumistas de las naciones industrializadas.


 La tierra ya resulta escasa y el destino que se le asigne tendrá mucho que ver con el propio destino de nuestros pueblos hambreados. 

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